lunes, 9 de noviembre de 2015

9 de Noviembre de 2015


Al oído de Simon & Garfunkel escribo, escribo para quien quiera leerlo. Pensamientos sueltos, tonterías varias, historias cortas que ¿son o no son reales? Aún no lo he decidido. ¿Qué tal?

Cuéntame sobre ti. ¿Qué eres? ¡Ah! Pero tienes que decírmelo en una sola palabra. ¿Por qué? Porque la verdad es singular y las mentiras son palabras, palabras, palabras, ¡tantas que uno se perdería entre ellas! ¿Qué eres tú que lees?

¿Yo? Claro. Contar sobre mí, el que escribe. Esto es un monólogo, no me puedes hablar, no entre estas líneas. ¿Quién lo iba a decir? No sé decir bien quién soy, cada día, cada mes, cada semana y segundo cambia. Por cada perspectiva que gano, por cada libro o página que leo, por cada mirada que me encuentro, cambio. ¡Como todos! ¿No? Supongo. ¿Supones? Supongo.
Aunque tan sólo imagina. Imagina que no existo, que estas palabras se escribieron solas para que en algún punto en el tiempo las encontrases, que los designios de los patrones que rigen nuestra realidad te hayan traído aquí para decirte "Hola".

Ese es mi mensaje. Es el mensaje que he tenido siempre.

-Hola.

Dijo.
¿Quién? Yo. Bueno. Las palabras estas. ¡Hola! Qué saludo más largo. Y pienso que... ¡podría mentirte tanto! Inventarme desde dónde escribo, para qué, por qué, para quién. Podría inventarme mil historias... ¡eso! Historias. ¡Cuento historias! ¿Tú qué cuentas? ¿Chapas? ¿Eres tonto? Echo de menos las chapas. ¡No! ¡Espera! ¡Tranquilidad! Ya vuelvo a coger el hilo. Esto... ¡Sí! Eh. Historias.
¡Las historias son interesantísimas! Nos dan seguridad. Nos dejan vivir en paz. Nos aligeran la vida, nos hacen los tiempos más amenos y nos dan las alas que a veces necesitamos porque lo que queremos sólo se puede alcanzar volando.
Y yo me he estrellado. Y tantas veces que ya no sé si me quedan alas. Sólo las veía una persona, de todas maneras. ¿Quieres conocer esa historia? ¿Por qué sí? ¿Por qué no? ¿Por qué estoy escribiendo esto?

Las historias son como pequeños recovecos de memorias, ilusiones, sueños rotos y nostalgias conviviendo con el silencio y los olvidos que tuvimos de pequeños. Nos dejan sentarnos y maravillarnos con palabras escritas, dichas e imaginadas.
Nos cuentan cómo es la vida y cómo funciona el mundo. Nos dejan seguir caminando para encontrarnos más cosas. Somos viajeros, caminantes. Y al final, cuando nos asomamos a la ventana en un día de lluvia sentimos lo mismo. Sentimos esa soledad profunda, la de querer seguir viviendo, caminando, gritando y bailando. Queremos sentir. Queremos continuar a pesar de tener miedo, de sentirnos inseguros. Nos vemos en el reflejo de la ventana y pensamos en todo lo que hemos hecho. Miramos cómo se mojan las calles y cómo la lluvia cae y pensamos en lo poco que sabemos y lo pequeños que somos mientras un par de niños corren con las cazadoras sobre la cabeza para no mojarse.
Somos destellos.

Pum.

Y ya.

¿Y dónde quedamos? ¿Dónde quedas tú?

¿Quién sabe? Yo sólo cuento tonterías. ¡Historias! Eso, historias. Tonterías irrelevantes. Me equivoco a menudo, lo siento. Y también por lo otro. ¿Eh? ¡Ah!

"Siempre hay alguien al otro lado del espejo, Alicia". Dijo una vez alguien, imagino, espero, ojalá.

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