domingo, 22 de noviembre de 2015

Que cómo estoy dice

-¡No pregunte por quién suenan las campanas pues suenan por vos!
Dijo la Muerte antes de rebanarle el pescuezo a un dado que sólo sacaba unos.

¿Quién querría un dado así? Nadie. Nadie de nadie. Ni una sola persona. Pero… ¿nadie nadie? Nadie. Por Dios, nadie. No hay cosa más inútil que un dado que sólo saca unos. Un taburete a lo Duchamp al menos no te engaña, ya ves que no te puedes sentar en eso, ¿pero un dado que sólo saca unos? Además de inútil burlón. Frustrante. Estúpido. Absurdo.
Además de no servir para nada hace que todo aquel que lo use se sienta gafado, estafado por el destino. Sienta que es tan inútil como un dado que sólo saca unos. ¡Maldito dado! ¡No vale para nada! ¡Más le valía morirse!

Y eso hizo.

El 18 de mayo de 1994, el dado que sólo sacaba unos murió.

El resto de la historia es una nebulosa aburrida, nadie suele querer escucharla. La historia del dado es la historia que mola, la que de verdad gusta y la que te deja satisfecho por dentro una vez acaba. ¿Acaso hay algo mejor que ver algo tan desgraciado perecer?

¿De qué hablas?

De cuando nací.

Ah.

¿Puedo seguir?

Sí, bueno, claro. ¿Por qué no?

Ahora prefiero cambiar de tema. ¿Con quién puedo hablar? Con cualquiera que tenga consciencia y habilidades psicomotrices mínimas para la comunicación escrita, verbal o a través de signos. Hablé con un paralítico que sólo podía mover los ojos, para comunicar “Mi abuelo me llevaba a la azotea del Círculo de Bellas Artes para ver la cabalgata de los Reyes Magos” se tiró diez minutos, pero nos lo pasamos bien.
¿Sabes esos momentos donde todo sigue igual pero tú no? No sé si este es uno de esos. No sé qué sentir, qué siento, qué hacer, qué debería hacer, qué clase de ser soy o si soy de alguna manera. No sé qué callarme o cuándo, ni si debería callarme, ni qué decir ni cómo decirlo ni a quién. La vida es muy sencilla pero convivir con vosotros, malditos seres complicadamente humanos, es un incordio.
Mirar por la ventana, mirar por una pantalla, mirar por un retrovisor. Veo siempre las mismas imágenes y no encuentro qué explorar. Mi barco tiene ruedas y los mares están vallados. Las maldiciones y las suertes están servidas y confusas, las miradas diluidas y las sonrisas servidas. Ser un árbol debería estar bien visto, cumples con todos los protocolos sociales, filosóficos y económicos. Creo que me voy a plantar en el descampado de enfrente de casa. ¿Por qué no? Es un buen descampado. Aunque como cualquier otro, supongo.
Quizá el siglo que viene alguien me riega o se sienta en mi sombra a leer un libro holográfico o la mierda que tengan en ese tiempo.
Ser un árbol… ¡Piénsalo!
Tienes silencio, no tienes que ver ni hacer nada, no tienes que hablar con nadie y tus posibilidades son tan limitadas que no tienes ambiciones más allá de crecer.
Hay un árbol en el descampado de enfrente de casa, a veces, menos de las que me gustaría, voy a verlo. Hay una piedra a sus pies y allí me siento. Miro al no mirar y descanso. Descanso mientras el viento mece el arbolito.
Me gustaría ser ese arbolito. Es un buen arbolito.

Siempre me dará rabia que no se puedan apreciar las pausas bien en literatura. Yo ahora he pausado, respirado, comido un par de cucharadas de leche con cereales, mirado por la ventana y vuelto a sentarme a seguir escribiendo. Pero quien me lee no puede sentir esa pausa como quien la siente en una conversación honesta y salida de las entrañas de un hombre. Pocas conversaciones con pausas tenemos hoy día, por desgracia. Son las más bonitas.
Para mí lo son.

Qué vamos a hacerle.


Voy a ver si hay más revistas en esta sala de espera porque me aburro una barbaridad

2 comentarios:

  1. Me ha encantado, lo juro. Un estilo súper espontáneo y lo que le pasa por la cabeza a este personaje tan particular es curioso hasta decir basta <- por definirlo de alguna manera.
    En serio, me da rabia no tener más palabras, y que no se haya apreciado la pausa que he hecho después de leerlo para asentir con la cabeza y sonreír para mí misma en señal de aprobación. Me ha encantado.
    (abrazos eléctricos.)

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    1. Ay. Gracias. Son palabras bonitas.
      Aunque no es un personajito, esos están en Historias Irrelevantes(un blog con historias), lo que hay en este es mi cabeza. No toda, parte, toda no cabe en español o en formato blog o en, no sé, cosas. ¡Cosas!
      En fin. Gracias por leerme y hablar, de veras

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